This is proof of the desperate situation that the people in this "Garden of Eden" are experiencing in a so-called democracy that is nothing but a chaotic anarchy under a totally failed government. The population is approaching a new presidential election with a whole array of candidates, promising heaven and earth, in which in reality will deliver nothing but four more years of the same or worse scenario.
The society has experienced through the last half a century or more, military dictatorships, governments of the left, governments of the right and they all have failed to deliver. The people need to understand that it is only with a God-fearing society electing upright and godly representatives that the situation is going to change. The government of a society only represents a cross-section of the people who elect them.
UNA CLARA PRUEBA DE DESESPERACION
Un verdadero reto para la efectividad del sistema legal guatemalteco lo constituye la decisión de los desesperados vecinos de la aldea Bárcenas, de Villa Nueva, y de la colonia Kennedy, de la zona 18, quienes la semana anterior anunciaron que decidieron organizarse en grupos de vigilancia y colocarán alarmas que les permitan defenderse de las acciones de los delincuentes organizados.
Es un reto porque esta actitud, obligada por la válida y justificada defensa de sus vidas y de sus bienes, logrados con años de esfuerzos y sacrificios, puede ser imitada por las numerosas áreas capitalinas donde se sufre una realidad semejante, y convertir a la capital primero, y a otras ciudades después, en áreas donde no habrá justicia sino “juicios” sumarísimos, en los cuales la única condena sea la pena de muerte, ya sea por medio de linchamiento o de cualquier otra forma de violencia.
La desesperación de los vecinos está plenamente justificada. Por un lado, los mareros han llegado al extremo de obligar a los dueños de casas a abandonarlas por temor a las amenazas impunes que lanzan estos grupos antisociales.
Por otro, en las autoridades policiales se presenta el grave problema de la corrupción, así como de la delincuencia entre un número no determinado pero lamentable de sus miembros, y como si no fuera poco, el sistema judicial del país no funciona. Esto último es una mezcla de poca eficiencia, lentitud y también negativa de los testigos para colaborar en la lucha contra la delincuencia, pero a la vez es el resultado de la ineficiencia de la justicia.
La Ciudad de Guatemala se ha convertido en los últimos años en una urbe donde reina la certeza de la inseguridad. Cada día son más las colonias que cercan sus límites y colocan garitas de entrada, con vigilantes armados que piden documentos a las personas que visitan.
El paisaje urbano se ve afectado por alambres espigados de espiral, muchas veces electrificados, pero probablemente lo más lamentable es que los ciudadanos lo consideran como parte del paisaje urbano y de las reglas que deben ser obedecidas. Pensar en que una colonia que esté rodeada y vigilada abra sus calles y permita el paso libre cualquiera, se ha convertido en un sueño o una alucinación.
El tema de la violencia callejera que afecta a la totalidad de capitalinos ha sido señalado muchas veces, y ahora es uno de los principales de la campaña electoral. Pero no se necesita ser muy sagaz para darse cuenta de que a la enorme dificultad de solucionarlo se une la urgente necesidad de tomar la decisión política de hacerlo, y de que, a la vez, el sistema de justicia esté comandado por personas dispuestas a realizar su tarea con responsabilidad, y sobre todo, con la celeridad que demandan las circunstancias desde hace tiempo.
Cualquiera de los candidatos que llegue a la primera magistratura tiene en el tema de la violencia a su principal dolor de cabeza. La eficiencia y eficacia de las autoridades en cualquiera de sus ramas es factor fundamental para que la desesperación ciudadana no sea el motivo de que proliferen las organizaciones de vigilantes, lo que es el primer paso hacia la ley de la selva.
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