Cuando como individuos desarrollamos una continua relación personal con Dios, atravéz de su Hijo Jesucristo somos investidos e invigorados con Su Espiritu Santo. Conforme mas personas en una sociedad tienen ese nuevo nacimiento, Dios derrama sus bendiciones sobre ellos, sobresaliendo la Virtud, Sabiduría, Dicernimiento y Sentido Común. Con ese manto protector divino una nación cristiana desarrolla riqueza espiritual y material , prosperidad, felicidad y bienestar. Desafortunadamente conforme esa sociedad cristiana se desarrolla, satanás se esfuerza mas en tentarlos y enboscarlos plantando la semilla de desobediencia, pecado y destrucción.
En esas naciones, gozando de abundancia y bienestar el hombre principia a creér que merece todas esas bendiciones, se hace egoista, orgulloso y desafiante con Dios y lo rechaza. Conforme El Señor abandona y castiga esa nación, todas esas bendiciones desaparecen y sin ellas la Virtud, el Dicernimiento, la Sabiduría y el Sentido Común los abandona. Deut. 32,1-43
Esas naciones principian a deteriorarse y a autodestruirse. El hombre sin Dios queda solo a merced del pecado, tomando desiciones erroneas. El hombre sin Dios es capáz de cometer cualquiér pecado por mas horrible y destructivo que séa.
Es realmente lamentable ver a tantos preciosos países en el mundo autodestruirse por el hombre y aún mas triste es ver que muchas de estas sociedades fueron naciones cristianas y prósperas que rechazaron a Dios. Esa lamentable realidad nos hace preguntarnos que responsabilidad y culpa tenemos todos y cada uno de nosotros como discípulos de Jesucristo así como la iglesia cristiana en general como su representante en la tierra.
Debemos entender que nuestro Creador y Creador del universo está interesado en todos los aspectos en la vida y esferas de actividad del hombre en la tierra.
Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová....Salmo 33,12
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