La pobreza o miseria en alto grado es una enfermedad del espíritu, enraizada en el corazón, el alma y la mente que se manifiesta en una serie de actitudes y comportamientos tales como: indolencia, pereza, ignorancia, falta de educación, rencór, ira, envidia, idolatría, vicios, adicciones, infidelidad, inmoralidad, delincuencia, corrupción y otros. La pobreza nunca puede curarse culpando a otros o recibiendo dinero o donaciones que no se han devengado.
Para curarla, los que la padecen necesitan arrepentirse y decidirse a cambiar, arrancándola de sus entrañas, de su corazón y de su alma. Para poder dejar atrás la pobreza, la gente debe inicialmente hacerse un concienzudo auto examen de las causas de su situación y aceptar el hecho de que si continúan viviendo en la misma forma, nunca tendrán resultados diferentes.
Deben verse en un espejo y confesar asi mismo la naturaleza de su problema. Confesarse ante Dios y si posible con algún amigo ó pariente de confianza, para que les ayude a monitorear su situación, su decisión de cambiarla y los cambios y progreso que principiarán a experimentar.
Las iglesias Católica y Evangélica deben abandonar la promoción de la mal llamada "teología de la liberación," el socialismo y la lucha de clases con lo cual únicamente han perpetuado el oscurantismo, la pobreza, el odio, rencór y la esclavitud de la gente. En verdad lo que necesitan es brindarles el agua viva de Jesucristo que les permita mejorar su situación, libertad, bienestar y felicidad.
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